martes, 20 de noviembre de 2012



LA SÁBANA SANTA, ¿PRUEBA DE QUE JESÚS RESUCITÓ?

La Sábana Santa de Turín es un lienzo de lino espigado de 4,36 metros de largo por 1,10 de ancho, en el que aparece la imagen frontal y dorsal de un hombre de 1,81 metros, y que es venerada por muchos cristianos como la síndone que cubrió a Jesús tras su muerte.
En los evangelios se habla de una sábana, con la que envolvieron el cadáver de Jesús: “José comprada una sábana, bajó a Jesús de la cruz, y le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña” (Mc 15, 46; Mt 27, 57-60). Al amanecer el domingo la encontraron en el sepulcro: “Y habiéndose inclinado (el discípulo amado), vio los lienzos en el suelo, y el sudario o pañuelo que habían puesto sobre la cabeza de Jesús...” (Jn 20, 5-7; Lc 24, 12). Sin embargo, no se tienen testimonios de que en ella pudiera verse la imagen de Jesús. Además, el hecho de guardarla iría contra la ley judía.
En realidad, hasta 1350 no constan testimonios documentados en los que haya común acuerdo de los historiadores. La leyenda cuenta que llegó a Edesa (Urf, Turquía) hacia el año 70 y que el rey Abgar al verla se curó de la lepra, que se convirtió al cristianismo y conservó la sábana hasta su muerte. Durante unos cinco siglos estuvo escondida en el muro de la ciudad, en principio por miedo a que el sucesor de Abgar la destruyera. En el siglo X viaja a Constantinopla. El emperador de Bizancio, Romano Lecapeno, la reclamó. Del día en que llegó (16/agosto/944) se conserva un manuscrito griego del sermón del archidiácono Gregorio de Santa Sofía de Constantinopla. Una miniatura del siglo XI, la Miniatura de Skylitres, (biblioteca nacional de Madrid) reproduce la escena del emperador Lecapeno ante la sábana extendida besando la cabeza del “hombre” de la síndone.
En 1157 aparece en el catálogo de reliquias del palacio de Constantinopla realizado por el monje de Thingeyrar y en el de Nicolás Mesarites de 1201. Se conserva una carta del nieto del emperador Isaac II, Teodoro Ángel Conmeno del día 1 de agosto de 1205 quejándose al papa Inocencio III del latrocinio de los cruzados y pide que sea devuelta la sábana. Godofredo, conde de Charny y señor de Lirey, no explicó cómo llegó a su poder, pero a partir de 1357 la exhibe por dinero en la iglesia de Lirey, a ciento cincuenta kilómetros de París. Ian Wilson, catedrático de Historia en Oxford, piensa que Charny pertenecía a la orden de los templarios, y al ser considerada una orden maldita, nunca reveló su origen. El obispo Pierre D`Arcis escribió al papa Clemente de Aviñón denunciando el negocio, y afirma que su antecesor en el obispado, Henri
de Poitiers, “descubrió el fraude y cómo dicho lienzo había sido pintado, ya que de esa verdad testimonió el artista que lo había pintado, o sea que era una obra debida al talento de un hombre y en absoluto milagrosamente forjada u otorgada por gracia divina”. Aunque, el papa admitió que era un fraude, en ese mismo año se autorizó su exhibición de nuevo pero advirtiendo que se trataba de una copia. En 1453, la nieta de Charny, Marguerite la cedió a Luis I de Saboya y esta familia va a custodiarla hasta Turín. Construyen una capilla en Chambéry donde sufrirá un segundo incendio en
1512 y las clarisas remendarán los daños en la tela. En 1578, Turín será la capital del ducado de Saboya y Carlos Manuel II pide a Guarino Guarini que construya una capilla adosada a la catedral.
En 1983, Umberto II de Saboya la deja en herencia al papa. El 11 de abril de 1997 sufre un tercer incendio del que un bombero la rescató rompiendo la urna blindada en la que se encontraba para protegerla.
El interés por el estudio científico de la sábana de Turín comenzó en 1898 de la mano de Secondo Pía, hombre aficionado a la fotografía que logró la primera foto de la síndone. Al descubrir la imagen revelada le pareció más nítida que en la sábana y propuso por primera vez la teoría de que esta era en realidad un negativo fotográfico. A partir de entonces se han realizado diversos estudios encaminados unos a demostrar que es auténtica y otros, para lo contrario, que se trata de una falsificación. Con cada resultado que parece apoyar científicamente una u otra posición, sale otra prueba en el sentido opuesto. Así ocurre con el estudio de Max Frei en 1973. Este afirmó encontrar en la sábana cuarenta y nueve especies de esporas, algunas de plantas ya extinguidas en Palestina y que, según el polinólogo, confirmaría el recorrido histórico de la sábana. Sin embargo, el STURP (grupo de científicos que analizaron la síndone durante ciento veinte horas) concluyó que los pólenes pueden ser llevados por el viento o depositados por los visitantes de la sábana. Otras conclusiones a las que llegaron fueron que no había rastro de pintura, grabado u otro tipo de técnica conocida y que habían encontrado sangre
del grupo AB, común entre los judíos. Uno de los científicos del STURP, en cambio, afirmó
posteriormente que determinó a través de un microscopio de alta potencia la presencia de
pigmentos.
En 1977 un grupo de científicos aplicó el analizador de imágenes VP8 a las fotografías de la sábana santa y manifestó que contiene información tridimensional. Asimismo Juan Eslava Galán refutó esta prueba y lo mismo ocurrió con un leptón de Tiberio César encontrado sobre un ojo de la imagen. La prueba del carbono 14 realizada en 1988 dató la sábana entre los años 1260 y 1390, y a su vez hay detractores que alegan que no se han tenido en cuenta las peculiaridades de la sábana como el que estuviera en contacto con el aire y no enterrada, los tres incendios que sufrió, etc; que podrían haber alterado los resultados.
En mi opinión, hay razones tanto históricas como científicas para apoyar las dos opciones, la que la considera un fraude y la que afirma que es la verdadera imagen de Jesús que al resucitar dejó su impronta en la sábana como en el negativo de una fotografía. Y aunque considero que las certezas deben ser provisionales para alcanzar otras igualmente provisionales, aún queda mucho por descubrir y como dice J. J. Benítez quien sabe si para este siglo XXI no será la prueba de que Jesús resucitó.




Para más información os propongo:
La sábana santa. CARMEN PORTER.
El enigma de la sábana santa. GEORGE ALIANAK&JOSUA HERÓN
El enviado. J.J. BENÍTEZ
El fraude de la sábana santa. JUAN ESLAVA GALÁN